Un dia cualquiera
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El sol está ascendiendo en el cielo, es una bonita mañana de invierno. Ella se dirige en coche a la universidad. Un dia cualquiera. Solo que ambos se encuentran en el mismo semáforo.
Él la mira. La ventanilla está abierta. Un mechón de pelo descubre a trozos su cuello suave. Un perfil delicado pero decidido, los ojos marrones, dulces y serenos, escuchan embelesados y entornados una canción. Tanta calmo lo impresiona.
-¡Eh!
Ella se vuelve hacia él, sorprendida. Él le sonríe, parado junto a ella sobre aquella moto reluciente.
-¿Te apetece dar una vuelta conmigo?
-No, voy a clase.
-Pues no vayas, ¿no? Te recojo ahí delante.
-Perdona. -La sonrisa de ella es forzada y falsa-. Me he equivocado de respuesta. No me apetece dar una vuelta contigo.
-Mira que conmigo te divertirías...
-Lo dudo.
-Resolvería tus problemas.
-Yo no tengo problemas.
-Esta vez soy yo el que duda.
-Oye, ¿no tienes nada mejor que hacer?
-No.
-En ese caso, búscatelo.
-He encontrado ya algo que me gusta.
-¿Se puede saber qué es?
-Ir a dar una vuelta contigo. Venga, te llevo a dar una vuelta por Monjuit, iremos a todo gas con la moto, luego te invito a comer y te devuelvo saba y salva en casa. Te lo juro.
-Me parece que tus juramentos deben de valer bien poco.
-Eso es verdad-sonríe-, ves, ya sabes muchas cosas sobre mí, di la verdad, te gusto, ¿eh?
Ella se ríe y sacude la cabeza.
-Bueno, ahora basta -señala el libro que hay sobre el asiento del copiloto-, tengo que pensar en mi verdadero y único problema.
-¿Cuél es?
-El examen de matemáticas.
-Creía que era otro... y seguro que hay algo más importante que ronde tu cabeza que ese examen.
Desgraciadamente lleva razón, pero no se lo dirá, no a un desconocido.
Verde.
El coche acelera hacia delante dejando que se desvanezca la sonrisa descarada de él y aumente la incertidumbre de ella.
¿Quíen era ese chico y de donde ha salido? Sacude la cabeza. Bah, da igual, no lo volveré a ver jamás.
O eso pensaba...
Él la mira. La ventanilla está abierta. Un mechón de pelo descubre a trozos su cuello suave. Un perfil delicado pero decidido, los ojos marrones, dulces y serenos, escuchan embelesados y entornados una canción. Tanta calmo lo impresiona.
-¡Eh!
Ella se vuelve hacia él, sorprendida. Él le sonríe, parado junto a ella sobre aquella moto reluciente.
-¿Te apetece dar una vuelta conmigo?
-No, voy a clase.
-Pues no vayas, ¿no? Te recojo ahí delante.
-Perdona. -La sonrisa de ella es forzada y falsa-. Me he equivocado de respuesta. No me apetece dar una vuelta contigo.
-Mira que conmigo te divertirías...
-Lo dudo.
-Resolvería tus problemas.
-Yo no tengo problemas.
-Esta vez soy yo el que duda.
-Oye, ¿no tienes nada mejor que hacer?
-No.
-En ese caso, búscatelo.
-He encontrado ya algo que me gusta.
-¿Se puede saber qué es?
-Ir a dar una vuelta contigo. Venga, te llevo a dar una vuelta por Monjuit, iremos a todo gas con la moto, luego te invito a comer y te devuelvo saba y salva en casa. Te lo juro.
-Me parece que tus juramentos deben de valer bien poco.
-Eso es verdad-sonríe-, ves, ya sabes muchas cosas sobre mí, di la verdad, te gusto, ¿eh?
Ella se ríe y sacude la cabeza.
-Bueno, ahora basta -señala el libro que hay sobre el asiento del copiloto-, tengo que pensar en mi verdadero y único problema.
-¿Cuél es?
-El examen de matemáticas.
-Creía que era otro... y seguro que hay algo más importante que ronde tu cabeza que ese examen.
Desgraciadamente lleva razón, pero no se lo dirá, no a un desconocido.
Verde.
El coche acelera hacia delante dejando que se desvanezca la sonrisa descarada de él y aumente la incertidumbre de ella.
¿Quíen era ese chico y de donde ha salido? Sacude la cabeza. Bah, da igual, no lo volveré a ver jamás.
O eso pensaba...